Cuenca, mirando al futuro desde su origen
¡Reina hermosa de fuentes y flores,
Cuenca ilustre, de galas vestida,
rebosante de luz y de vida,
lujo y honra del noble Ecuador!
Hablar sobre Cuenca, ciudad ubicada en la provincia del Azuay, al sur del hermoso Ecuador, es fácil porque las palabras afloran rápidamente a los labios, con las emociones contenidas al describirla, al saber su historia y su proyección al futuro. Basta leer los primeros versos de su himno. En esta ocasión deseo contarles sobre su origen, su fundación y cómo desde ese mismo instante de nacimiento español comenzó una historia que trasciende el paso de los años y que gracias a su gente continuará hasta que el último aliento nos aleje de este hogar.
Recorriendo las páginas de antiguos libros que por mis manos han pasado, recordando aquellas enseñanzas recibidas en las aulas escolares y ahora buscando en fuentes virtuales, escribo los datos que vienen a mi mente.
La bella Tomebamba fue erigida por los incas en el mismo lugar donde estaba Guapondélig (llanura de flores), vivienda del aguerrido pueblo cañari y luego el nombre dejado a un lado para llamarse Paucarbamba (“planicie de pájaros”); estas denominaciones se entrelazan pues un pájaro necesita de la flor y la flor del ave para vivir.
La existencia de sus primeros pobladores debía seguir un plan ya trazado, sembrar y cultivar… Pero ya los españoles habían arribado a tierras americanas y poco faltaba para que los intereses personales, de la Corona hicieran indispensable la creación de pequeños pueblos.
El 12 de Abril de 1557, el explorador y conquistador, capitán Gil Ramírez Dávalos, nacido en la provincia de Jaén, y que en esa época ocupaba el cargo de Gobernador de Quito, recibe la orden de don Andrés Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, nativo de Cuenca de Castilla que fungía como Guarda mayor de la Ciudad y virrey de Perú, para que recorriera Tomebamba y escogiese el mejor lugar para fundar una ciudad que llevara el mismo nombre como homenaje y recuerdo a su tierra natal. Es de anotar que una zona central de la ciudad a orillas de uno de los ríos que la cruza, denominada El Barranco guarda gran similitud con la urbe europea.
Mejor sitio no pudo haber elegido, una extensa planicie rodeadas de pintorescas colinas, cubiertas de árboles frutales y césped verde por todas partes. Consigno frases escritas por el jesuita Juan de Velasco (historiador ecuatoriano) que la compara al paraíso terrenal y el sabio Caldas a la Bética de Fenelón. Una de las condiciones de lugar era que tenga agua perpetua y monto para leña, disposición para hacer molinos y caminos, donde se pueda andar con carreteras y que esté cerca de Tumbes (Perú).
Según los estudios realizados por el historiador Alfonso Borrero, se puede afirmar que este núcleo urbano es el único que perdura en el tiempo, de todos aquellos fundados por Ramírez Dávalos.
Quien se imagina que ya desde un inicio, se establecía cómo debía tomar forma, quiénes serían sus primeros habitantes, un plano sencillo que indicaba la distribución de la tierra, la plaza central y alrededor de ella las incipientes edificaciones, la iglesia y cementerio con una huerta para que allí resida el cura. No podía faltar el nombramiento de las autoridades.
Se trazan las calles bajo el modelo de traza en damero, y esto se mantiene hasta estos días, dando un aspecto de organización única.
La población inicial estaba conformada por 125 españoles y 3000 indígenas. La zona urbana correspondía a los primeros y los alrededores por los nativos que formaron las parroquias de San Blas y San Sebastián.
Como dato anecdótico, en aquella época se pensaba ya en la preservación del ambiente, pues estaba prohibido que se corten los árboles frescos; los habitantes debían proveerse de leña únicamente de los troncos caídos o de leña de monte. Además, como obligación cada dueño de terreno tenía que mantener quinientos árboles sembrados.
Usada como sitio de conexión entre Perú y los avances conquistadores hacia el norte. Surge como un centro económico basado en la explotación y exportación de metales preciosos. Ramírez Dávalos, como reconocimiento a su labor fundacional, por disposición de Andrés Hurtado de Mendoza, recibió el honorífico título de Guarda Mayor de la ciudad de Cuenca, a perpetuidad.
La ciudad de Cuenca nació como tal, nunca como villa o pueblo menor. Su destino fue dado desde su inicio y se le concedió un escudo y un título blasonario.
Las características que emitió el Virrey del Perú para nuestro escudo de armas y que se encuentran en el libro Primero de Cabildos de Cuenca son: …“Un escudo partido de esquina a esquina con unos eslabones verdes y en medio una argolla grande y dentro en el circuito de la una corona de oro en campo colorado y el cuartel de arriba sobre la corona una ciudad sobre agua y el campo de la de oro y a una de los lados y a otro sendos leones pardos vueltos la cara uno a otro y en las manos sendas panelas de plata en campo colorado y encima del escudo una bandera con cinco paneles de plata en campo colorado con una orla de oro a la redonda y el fierro de la lanza de plata y un rótulo por encima del escudo trabado en la lanza con una letra que diga: ‘Primero Dios, y Después Vos’…”.
Además, también lleva el título de “muy noble y muy leal”. Todo esto revela el linaje de esta ciudad.
Sería aquel Lunes Santo de 1557 una fecha que marcó un punto en la historia de este gran país. Surgía una ciudad que con el paso del tiempo ha hecho y seguirá siendo testimonio de libertad, cultura y pujanza de un pueblo que vive orgulloso de ser representante de los bravos cañaris y que por su sangre corre alma ibérica.
Tal mezcla aflora en dos canciones oficiales, la una el himno que se entona con fuerza en las actividades oficiales, escolares y similares y la otra, la del pueblo, la de las fiestas de barrio, la Chola cuencana, donde se describe a la mujer trabajadora rodeada de campos y ríos, de cielo y montaña.
Pero el nombre de mi ciudad, queda grabada en la mente de quién la conoce, para algunos simplemente Cuenca, para otros la Atenas del Ecuador, por ser la cuna de cientos de poetas, escritores, músicos que escribieron y continuando haciéndole versos como enamorados a su amada. Tiene también nombre de santa, sí, Santa Ana de los ríos de Cuenca, ya que cuatro ríos la rodean y cruzan, Tomebamba, Tarqui, Yanuncay y Machángara que en su recorrido dejan aliento de esperanza y descanso para el turista. También ahora es la Olimpia de Ecuador por ser la cuna del único medallista de oro olímpico, Jefferson Pérez Quezada, orgullo de esta tierra, andarín de las pistas nacionales e internacionales.
Ya en tiempos actuales, para ser más precisos, el 1 de diciembre de 1999, con orgullo se recibió la denominación de Patrimonio Cultural de la Humanidad, con sobra de merecimientos; su centro histórico, el trazo de sus calles empedradas, conventos e iglesias que llaman al recogimiento; los techos de teja rojiza son algunas de las referencias que impresionaron a los miembros del jurado y luego a todas aquellas personas que por lazos de amistad o familiaridad dejan parte de sus corazones cuando la visitan. No puedo dejar de mencionar una gran particularidad, tener dos catedrales, la vieja y la nueva, la del Sagrario y la de la Inmaculada; la primera convertida en un museo de arte religioso; la otra, corazón de la religiosidad de los habitantes que pueblan la zona.
No solo por sus 500 000 habitantes, sino por la diversidad de empresas y negocios que impulsan su economía y la del país, la convierten en la tercera ciudad del Ecuador. Se distingue por la calidad académica de sus universidades, colegios y escuelas. El desarrollo cultural y literario le posibilita estar en la palestra nacional e internacional, permiten que sea considerada como destino turístico y paradero para miles de jubilados extranjeros que se enamoran de este pedazo de cielo en la mitad del mundo.
Arte religioso, arquitectónico, galerías, museos, bibliotecas, la bienal de pintura, Festival de la Orquídea para mostrar aquellas obras no comerciales del séptimo cine, conservatorio de música, orquesta sinfónica, permanente producción de libros de las más diversas temáticas son algunos de los ejemplos de la razón por la cual Cuenca ocupa un sitial de honor en la vida de esta nación ecuatoriana.
Ojalá que a través de esta corta exposición que en esta ocasión he plasmado en estas hojas llegue a impresionar la mente de ustedes, queridos lectores, y quede la semilla de la curiosidad que pueda ser satisfecha cuando visiten y conozcan a Cuenca, la de las dos catedrales, la del Pase del Niño Viajero, la del abrazo fraterno y la sonrisa franca. La invitación está hecha solo falta la decisión y la realización del viaje a este mi querido terruño.
Fuentes: http://www.cuenca.gov.ec/?q=page_situacion#sthash.i31TwDuP.dpuf http://www.eltiempo.com.ec/noticias-cuenca/119494-cuenca-se-funda-hace-456-aa-os/ http://www.viajandox.com/azuay/cuenca-canton.htm https://patomiller.wordpress.com/2009/04/13/cuenca-y-sus-452-anos-de-fundacion-espanola/ El Libro de Oro, edición conmemorativa del IV Centenario de la Fundación Española de Cuenca del Ecuador.Editorial El Tiempo. Cuenca, 1957. Nueva Enciclopedia del Ecuador. Círculo de lectores. Editorial Planeta. Colombia, 2003.
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