Los benditos signos de puntuación


Te invito a leer el siguiente texto sobre cómo la ausencia de los signos de puntuación son la causa de un gran lío entre los vecinos de una comunidad.

El testamento

Cuenta la leyenda, o quizá no lo sea, que un habitante de una ciudad no muy conocida dejó al morir el siguiente testamento, que por no ir a la escuela no puso signos de puntuación.

«Dejo mis bienes a mi prima Juana no a mi nieta Carolina tampoco jamás páguese la cuenta al mecánico nunca de ningún modo para el jardinero todo lo dicho es mi deseo».

Se dio lectura al documento y cada involucrado se atribuía la preferencia; para resolver estas dudas, la jueza de paz les pidió que cada uno presentara su escrito con los signos de puntuación como creyere conveniente.

La prima Juana lo presentó así:

«Dejo mis bienes a mi prima Juana, no a mi nieta Carolina. Tampoco, jamás, páguese la cuenta al mecánico. Nunca, de ningún modo, para el jardinero. Todo lo dicho es mi deseo».

Carolina lo arregló del siguiente modo:

«¿Dejo mis bienes a mi prima Juana? No. ¡A mi nieta Carolina! Tampoco, jamás, páguese la cuenta al mecánico. Nunca, de ningún modo, para el jardinero. Todo lo dicho es mi deseo.

El mecánico a su vez, justificó su reclamación como sigue:

«¿Dejo mis bienes a mi prima Juana? No. ¿A mi nieta Carolina? Tampoco, jamás. Páguese la cuenta al mecánico. Nunca, de ningún modo, para el jardinero. Todo lo dicho es mi deseo».

De este modo, el mecánico intentó cobrar su cuenta; pero se opuso el jardinero, reclamando toda la herencia para él. El testamento lo compuso de esta manera:

«¿Dejo mis bienes a mi prima Juana? No. ¿A mi nieta Carolina? Tampoco, jamás. ¿Páguese la cuenta al mecánico? Nunca, de ningún modo. Para el jardinero todo. Lo dicho es mi deseo».

Como podrán imaginarse esto causó revuelo entre los involucrados y la jueza de paz tuvo que intervenir y luego de examinar el dichoso documento expresó:

«Señores, aquí se trata de cometer un fraude; la herencia pertenece al Estado, según las leyes en vigor; así lo prueba la verdadera interpretación del escrito, que es la siguiente:

«¿Dejo mis bienes a mi prima Juana? No. ¿A mi nieta Carolina? Tampoco. Jamás páguese la cuenta al mecánico. Nunca, de ningún modo para el jardinero. Todo lo dicho es mi deseo».


Por lo tanto y con la autoridad dada a mí por esta República, y al no haber beneficiarios todo pasa al erario nacional. Y queda terminado el asunto.

¿Te parece justo que luego de tanto esfuerzo se pierda la fortuna de aquella persona?
Esto no pasaría si todos aprendiéramos a utilizar los famosos signos de puntuación. Pero eso ya es otra historia que continuará en la próxima entrada. Te espero.

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